Así se creó la letra ñ

Rev. 23/May/2023

A pesar de que el sol ya se había puesto hacía rato, uno de los frailes dedicados a copiar los sagrados textos en el scriptorium del monasterio se afanaba meticuloso en su tarea. Hacía frío aquella noche. El invierno estaba siendo más crudo que de costumbre y más de una vez las almas tranquilas de los monjes se habían sobrecogido al escuchar el aullar de los lobos hambrientos al otro lado de los macizos muros del monasterio.

El escriba sujetaba la pluma con los dedos entumecidos por el frío. Para calentarlos, de vez en cuando soltaba la pluma y acercaba las manos a la vela que le iluminaba, buscando algo de calor que devolviera a sus manos la tibieza. Tampoco el tiempo, normalmente aliado lento en su trabajo, estaba a su favor aquel día.

Faltaban pocas horas para entregar al prior el sermón que debería abrir la oración del día siguiente y que el fraile escribano aún no había empezado a transcribir. Las manos no le respondían y el texto que debía copiar era tan largo como el invierno.

Lingüística e idiomas en la UPEAApenas empezado el trabajo, angustiado por la prisa, se dio cuenta de que había cometido un error. Se había comido una ene al escribir anno y no había tiempo de volver a empezar ni de borrar el fallo. Entonces se le ocurrió.

Quizá fue la gracia divina o quizá la desesperación, el caso es que dibujó sobre la única ene que aparecía en la palabra otra pequeña y tumbada. El resultado quedaba extraño pero elegante: ñ. Y decidió hacer lo mismo en todas las nn que aparecían para unificar el estilo.

Cuando el prior recibió el pergamino a la mañana siguiente, enseguida notó algo distinto. Otro habría montado en cólera al notar el error, pero él era un hombre sabio y justo. Algo en su interior le decía que no se debía castigar a quien probablemente acababa de inventar una nueva letra en el alfabeto.

Que la invención de la letra más representativa del español se deba al error de un escriba medieval es pura fantasía. Pero sí es cierto que ese rabillo extraño que flota sobre la ‘n’ (y que se llama virgulilla, por si alguien se quiere presentar a Pasa palabra) es en realidad una abreviatura que usaban en la Edad Media para escribir el fonema nasal palatal que no existía en latín, y que venía representado por dígrafos como nn, gn o ni.

Las abreviaturas eran comunes en los textos medievales por la necesidad de ahorrar tinta y espacio en los pergaminos. Textos que hoy nos parecen ilegibles eran perfectamente comprensibles para los lectores de la época, acostumbrados a tales signos, y se consideraban totalmente correctos y propios del lenguaje formal escrito.

Pero si estáis tentados de comparar estas formas abreviadas con lo que hacemos hoy en día escribiendo emails, wasaps y sms, olvidaos. No cuela. No, al menos, en textos formales, donde no os va a quedar más remedio que demostrar que sabéis escribir la palabra al completo si queréis quedar bien. Ahora, entre vuestros churris y vosotros, un «tqm»  es perfectamente admisible. Todo depende del nivel de poesía que vuestra pareja os exija.// Yorokobu

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¿De dónde viene la ‘eñe’? Breve repaso de la historia de una letra única

La letra “eñe” es emblema del español, lengua materna de casi 500 millones de personas en todo el mundo.

Pero ¿cuál es el origen del sonido y de esta curiosa letra? ¿Por qué no encontramos la letra “eñe” en otros idiomas en los que sí que aparece el sonido? ¿Es la “eñe” patrimonio exclusivo del español?

El origen del sonido

La letra “eñe” representa un sonido que no existía en latín y que, sin embargo, encontramos en la mayoría de las lenguas romances (italiano, portugués, francés, castellano, etc.). Este sonido se define como nasal (con salida del aire por la nariz), palatal (la lengua se apoya contra el paladar duro) y sonoro (las cuerdas vocales vibran).

Para comprender el origen de este sonido, hay que tener en cuenta que, además del latín culto, las gentes del imperio hablaban lo que se denomina “latín vulgar”. De manera que era corriente en todo el imperio el uso de particularidades en la pronunciación y simplificaciones morfológicas y sintácticas.

Uno de estos fenómenos fue la tendencia a la palatalización de la “n”, que dará lugar al sonido “ñ”, en tres contextos principales:

  1. “NI/NE”+vocal: Cuando en latín aparece el grupo “NI” o “NE” seguido de otra vocal, la “n” se contagia del sonido de las vocales palatales y termina adoptando el sonido “eñe”. Tal es el caso del latín VINEA, que da lugar a “viña”, (castellano), “vigne” (francés), “vigna”, (italiano), “vinha” (portugués) y “vinya” (catalán).

  2. “GN”: El sonido aparece también por evolución de –GN– como en AGNELLUS o AGNUCULUS (corderito), de donde deriva el francés “agneau”, el italiano “agnello”, el castellano “añojo” o el catalán “anyell”.

  3. “NN”/“MN”: el esfuerzo articulatorio empleado para pronunciar los grupos –NN– y –MN– también desembocó con el tiempo en el sonido “ñ”. Así ocurre en “año” (castellano), que procede del latín ANNUS, o “sueño” (castellano), “sogno” (italiano) o “sohno” (portugués) que provienen del latín SOMNU.

El origen de la grafía ‘ñ’

En la Edad Media, los copistas y escribanos se encontraron con un nuevo sonido para el que no existía una letra, por lo que lo transcribían atendiendo a la etimología latina como “ni+vocal”, “gn” o “nn”.

Para ahorrar tiempo, y, sobre todo, papel y tinta, era muy frecuente el uso de abreviaturas. La “nn” se abreviaba con una “n” con una virgulilla encima, y así es cómo, por motivo de economía, nace nuestra letra “ñ”.

La labor de Alfonso X el Sabio en el siglo XIII fue fundamental para seleccionar y fijar la “eñe” como única grafía para representar el sonido nasal palatal.

Más tarde, la primera Gramática Castellana publicada por Antonio de Nebrija en 1492, reconoce el estatus de la “ñ” y de su sonido diferenciado respecto de la letra “n”.

Por su parte, en el primer diccionario general monolingüe del castellano, el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias (1611), la grafía “eñe” aparece en interior de palabra. Sin embargo, y, a pesar de su total implantación, habría que esperar al diccionario de la Real Academia Española de 1803 para que apareciera como letra inicial diferenciada.

La adopción de “ñ” como abreviatura de “nn” es la solución adoptada en castellano y gallego. En italiano y francés la palatalización nasal quedó representada por el dígrafo “gn”, otro de los grupos latinos que dio lugar al sonido. En catalán, se representa por el grupo “ny”, y en portugués, como en occitano, como “nh”.

La ‘ñ’ alrededor del mundo

Como se ha visto, el sonido aparece en la mayoría de las lenguas que proceden del latín, pero no solo en ellas. También lo encontramos en idiomas diversos, desde lenguas de origen eslavo como el checo (con su “Ň”) o el polaco (con su “ń”), hasta en lenguas amerindias y senegalesas.

Por influencia del castellano, la grafía “ñ” está además presente en las lenguas filipinas, así como en el guaraní, quechua, mapuche y aimara, entre otras. En EE. UU., la “ñ” se encuentra en términos de origen español como “piña colada” y “El Niño”. La comunidad latina reivindica el respeto de esta grafía presente en multitud de apellidos como “Peña” o “Núñez”.

A pesar de que no tengamos la exclusividad de la “ñ”, es, indudablemente, icono del español en el mundo. Además, representa la lucha por la identidad cultural, y hasta resistió al intento de estandarización de teclados sin la letra “ñ” en 1991, encontrando insignes defensores como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, entre otros.// The Conversation

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