Confundimos formas de ser con trastornos mentales (Psicología)

La psicología no ha sabido llegar a la calle, no a un nivel accesible o comprensible. El grueso de la sociedad sigue confundiendo diferentes formas de ser con trastornos mentales. Seguimos escuchando frases como “hoy estoy bipolar”, “que compulsivo me he levantado” u “hoy tengo depresión”.

La mayoría de las personas manifestamos, de vez en cuando, formas de ser que pueden relacionarse con problemas de índole psicológico. Pero, de ahí, a considerarlo un trastorno mental va un largo trecho que los psicólogos aún no hemos sabido cerrar.

Como afrontamos los problemas cotidianos relacionados con la salud mental pueden llevarnos a los trastornos, siempre y cuando los signos y los síntomas se hagan permanentes, frecuentes y afecten a todas las áreas funcionales de la persona. La salud mental sigue siendo la gran olvidada en la salud pública. Es un gran tabú que tiene que ser encarado y resuelto.Psicología en la UPEA

El dolor mental es menos dramático que el dolor físico, pero es más común y también más difícil de soportar

Las enfermedades mentales son alteraciones del desarrollo cognitivo o trastornos de la conducta que pueden afectar seriamente a la autonomía personal y al desempeño cotidiano de las actividades diarias. La pérdida de autonomía cotidiana conlleva un dolor invisible e inexplicable que hace que las enfermedades mentales sean difíciles de sobrellevar. Un alma triste puede matar más rápidamente que una bacteria.

La alegría y el dolor no son como el aceite y el agua, sino que coexisten. Cuando el dolor es mental, además se suele sufrir en soledad, encerrado en uno mismo, y la mayoría de las veces, sin que nadie pueda llegar ni a imaginar el estado de nuestros pensamientos. El verdadero dolor es el que se sufre sin testigos.

Un estudio publicado recientemente en la revista Psychological Science, una publicación de la Association for Psychological Science, concluye que afecta más el dolor mental que el físico. Las experiencias emocionales negativas pueden provocar más dolor de lo que pensamos. Mientras que el recuerdo del dolor físico se debilita con el paso del tiempo, el dolor mental puede revivirse a través de su recuerdo.

Hay que cambiar en la sociedad la consciencia de los trastornos mentales

Frente a lo que suele pensarse, la presencia de los trastornos mentales en la sociedad es mucho más frecuente de lo que creemos. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada cuatro ciudadanos tendrá que enfrentarse a algún tipo de enfermedad mental a lo largo de su vida.

Este dato nos abre un debate en el cual es elocuente dilucidar que vivimos entre trastornos, aceptados si son físicos, y desterrados y bajo llave si son mentales. Los trastornos mentales no se eligen, aunque ciertos hábitos mentales pueden desencadenar hábitos nocivos para nuestra salud.

Los trastornos mentales son más frecuentes en personas cuyos parientes consanguíneos también la padecen. Ciertos genes pueden aumentar el riesgo de contraer una enfermedad mental y una situación de vida en particular puede desencadenarla. En concreto, la exposición a factores de estrés ambientales, toxinas, drogas o alcohol pueden asociarse, en algunos casos, con la enfermedad mental.

¿Dejaríais de leer la saga de Harry Potter porque su autora pasó por una profunda depresión? ¿No volveríais a escuchar a Elton John porque sufrió bulimia? ¿Ha afectado a Leonardo DiCaprio en su carrera como actor su trastorno obsesivo-compulsivo? Aprendamos a vivir juntos, enriqueciéndonos con nuestras diferencias. // La Mente Es Maravillosa

Psicología en la UPEA

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