El arquitecto como productor (Arquitectura)

Al inicio del curso académico, Eva Franch i Gilabert (nueva directora de la AA) afirmaba en El País Semanal que el reto de la Architectural Association, «más que formar arquitectos (…), es formar a través de la arquitectura grandes creadores y pensadores.» Una vez terminado el curso, Patrik Schumacher desataba de nuevo la polémica al describir en trece puntos la crisis generalizada en la que se encuentra la enseñanza de la arquitectura, desconectada por completo de la realidad profesional. Según el arquitecto, no hay más alternativa que la implantación de un Plan de Estudios común regido por un nuevo paradigma: el parametricismo.

La distancia entre escuela y profesión es un debate ya tradicional en la cultura arquitectónica que resurgiría con especial fuerza a mediados del siglo pasado ante la imperiosa necesidad de técnicos cualificados capaces de hacer frente a la creciente demanda constructiva. Una discusión que se enmarcaba a su vez en el debate sobre “Las Dos Culturas,” una humanística y otra científica, y en las que tradicionalmente también se divide el Arquitecto. Ya en los setenta, Antonio Fernández Alba afrontaba este debate con cierto escepticismo al afirmar:

“[los arquitectos] (…) un poco técnicos, algo de artistas y sociólogos (…), figuras híbridas de dudosa definición, tan dudosa que nadie, consciente de la realidad de nuestra época, podrá seguir manteniendo o añorando la “mítica figura” de este extraño mediador y coordinador de las técnicas y las humanidades.” 1Arquitectura en la UPEA

A día de hoy, la “mítica figura” del arquitecto como coordinador de una vasta serie de saberes surgida en el Renacimiento está ya prácticamente agotada. La organización de una oficina de arquitectura ya no solamente se establece mediante la tradicional escala ascendente Junior, Senior, Associate y Partner Architect, sino que han comenzado a surgir toda una serie de profesionales altamente especializados que ya no tienen que poseer necesariamente una formación arquitectónica. Se trata de los BIM Manager, Fire Consultant, Planning Advisor, Specification Writer, Visualizer, etc. y así hasta casi una infinidad de disciplinas en las que a día de hoy se subdivide hasta el más pequeño de los encargos y que hacen muy difícil diferenciar el trabajo que se produce en una oficina de arquitectura de las condiciones alienantes de una cadena de montaje. En este contexto, no extraño que Patrik Schumacher reclame a las escuelas de arquitectura una amplia gama de especialistas técnicos, “técnicos invisibles,” que le permitan dar forma a sus sueños paramétricos. Sin embargo, tampoco deberíamos aceptar un definición profesional desentendida de estos oficios. Como ha señalado Peggy Deamer, dibujos menos definidos no sólo suponen retrasos, implican también una “pérdida de poder” del arquitecto.

Frente al rápido cambio en el que están inmersas las oficinas de arquitectura y, en especial, la producción de arquitectos, si debemos mantener alguna constante, como recientemente ha señalado Marco Biraghi, esta es el proyecto arquitectónico. Pero no reducido a una serie de condicionantes previos que determinan lo construido, sino en el más amplio significado de “proyectar”—de proposición de una idea o finalidad—que se enmarca en el contexto de la ciudad y se define a través de un esfuerzo colectivo. 2 Como plantea Biraghi, en esta forma de entender el proyecto el arquitecto se presenta como productor, en el sentido apuntado por Walter Benjamin, es decir, aquel que interviniendo en el proceso productivo, tiene la capacidad de modificarlo.// Arquia

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