Esencia de lluvia, ¿Por qué nos gusta?

Mamá naturaleza nos obsequia con sensaciones agradables que estimulan todos nuestros sentidos. El cielo azul con nubes de algodón, el rumor de las olas en la playa, etc. Pero sin duda, el olor después de la lluvia es el favorito por la sensación de paz y tranquilidad que deja.

Pero, ¿a qué huele la lluvia?, ¿qué es exactamente lo que produce ese olor tan agradable que olemos cuando llueve? Pues exactamente no lo sabemos, porque con “oler la lluvia” no nos referimos al agua, sino a oler las fragancias del suelo y tierra que pasan al aire gracias al líquido elemento. Aunque se han realizado muchos estudios y experimentos para intentar encontrar al culpable de tal olor, hasta ahora sólo podemos contentarnos con una serie de hipótesis que intentan explicar su procedencia.

Para empezar y como ya sabemos, los rayos son descargas eléctricas que atraviesan la atmósfera para igualar la diferencia de potencial existente entre dos puntos.

Qué produce la lluvia
Al atravesar la atmósfera calientan súbitamente el aire que atraviesan produciendo dos fenómenos destacables: por un lado, el fuerte calentamiento a que es sometido el aire hace que este se expanda rápidamente, creando una onda sonora que es lo que conocemos como trueno. Por otra parte, el fuerte aumento de temperatura que se produce afecta a la propia estructura química del aire, produciéndose reacciones químicas que crean nuevos compuestos.

Así pues, olemos el ozono producido por este calentamiento.

Luego más tarde, por los descensos de masas de aire que se producen en las tormentas, el aire puro vendría desde las capas altas de la atmósfera y explicaría esa mezcla de fragancias tan característica. Lo que deja de lado esta hipótesis es que, en muchas ocasiones, notamos esas fragancias agradables sin que exista actividad tormentosa alguna.

Otra hipótesis explica que el olor de la lluvia estaría producido por las plantas y bacterias del suelo. En concreto la bacteria actinomycetes. Se trata de una bacteria de tipo filamentoso que crece en el suelo en condiciones muy secas y cálidas. Su reproducción, basada en esporas, se ve favorecida cuando la humedad del suelo se incrementa por los efectos de las lluvias y después de un periodo de sequedad. Las esporas olorosas son liberadas y nuestro sentido del olfato las percibe. La prueba es que se han desarrollado bacterias de este tipo en el laboratorio y el olor que generan es del tipo de fragancia que olemos en los días de lluvia.

Por otra parte, existen muchas plantas que aprovechan cuando llueve para liberar semillas y olores propios que pueden también explicarlo.

La última hipótesis nos habla de la “esencia de roca” o petrichor. El petrichor es un componente químico que forma parte del suelo, rocas, etc., y que se libera de estas sustancias materiales por la lluvia o humedades altas cuando los materiales son expuestos a condiciones de sequedad y temperaturas muy cálidas en un periodo relativamente largo. Este hecho fue descubierto, a finales de los cincuenta, por Bear y Thomas, dos investigadores procedentes de Australia.

Ya sea por separado o un conjunto de todos, podemos dar las gracias a la madre naturaleza por tan bello regalo. Otra razón más para cuidarla y respetarla.
Vía: Genciencia
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