
Sin embargo, la gran cantidad de investigaciones desarrolladas hasta hoy en relación a la tartamudez infantil, desaconsejan en cualquier caso la espera. Es conveniente una implicación de los cuidadores antes de que el problema se instaure, mucho mejor si se hace antes de los 4 años de edad. Todo ello con el fin de prevenir los consiguientes problemas de ansiedad y sentimientos negativos del propio niño.
De esta forma y aunque aún no se conozcan con precisión las causas que originan este trastorno de la comunicación, sí que se sabe de algunos factores que afectan a su desarrollo. Así pues, por ejemplo, si no ha transcurrido más de un año desde su aparición y el niño presenta señales de mejoría, se incrementan las posibilidades de recuperación; de igual modo que se sabe que los antecedentes familiares o la preocupación excesiva de los propios padres constituyen factores negativos para la recuperación.
En cualquier caso, estas son unas pequeñas pautas generales que podrían servir de guía a los padres que tengan un hijo/a en esta situación:
1.No dejar pasar el tiempo. Es mejor acudir a un profesional si se detectan repeticiones y bloqueos excesivos de forma demasiado frecuente. Este realizará una valoración y os orientará sobre una intervención concreta.
2.Atender a lo que dice, no a cómo lo dice. Esto es esencial para que el pequeño no se agobie ni preste demasiada atención a la forma de emitir el mensaje. Hay que darle tiempo para que se exprese sin presionarle.
3.No hacer recomendaciones. Es mejor hablarle despacio, ofreciéndole un modelo de habla lenta y pausada que pueda imitar. Esto le ayudará a tranquilizarse y a comunicarse fluidamente.
4. Considerar otros factores. Con la ayuda del experto, resulta interesante el abordaje de otros factores ambientales, psicológicos y/o sociales implicados. Ejemplos de ello podrían ser las relaciones sociales del niño, la seguridad y la autoestima
Casi como todo en la vida, lo mejor en estos casos suele ser evitar alarmarse, actuando coherentemente de una forma relajada y responsable. Todo ello con un especial énfasis en que el pequeño no perciba sus dificultades como graves errores que pudieran hacerle sentirse culpable o infravalorarse.// Somospsico.com
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