Hablar de películas en arquitectura, o de arquitectura en películas, es como beber cola con sushi, por separado están bien, pero juntas son incompatibles (aunque habrá a quien le guste).
Lo primero que quiero quitar son todas estas películas documentales de arquitectos y arquitectura, porque de por si hablan de la materia y es el centro del guión, con lo que no sería justo poner en el mismo nivel películas como la producción japonesa “Antonio Gaudí” que en 1984 el director Iroshi Teshigahara lleva a los espectadores en un viaje a los edificios realmente espectaculares de este arquitecto catalán; o la oscarizada “The World of Buckminster Fuller” (1974) donde Robert Snyder nos introduce en el alma y la mente del Arquitecto Fuller con un mensaje íntimo, personal e inspirador. Y tantos otros documentales con carácter de película que han tocado a grandes arquitectos y la configuración y construcciones de nuestras ciudades.
Pero el tema en cuestión es definir cuáles serían las películas de los arquitectos, y para lo cual vamos a tocar tres grandes historias y una personal:
- Empezamos por un clásico del cine: “El manantial” (1949), cuyo título original es “The fountainhead” (Estados Unidos), interpretado magistralmente por Gary Cooper y en donde podemos apreciar como los proyectos que el arquitecto de la película tienen su inspiración en la obra del propio Frank Lloyd Wright. Los entresijos del artista con su propia obra y todos los factores que interfieren en la ejecución de la misma enfrentan al arquitecto de la película con un periodista, que se convierte en la antítesis del mismo. Un clásico vigente en nuestros días.
- A continuación, dentro de esta selección precaria, incorporamos a “BladeRunner” (1982) del director Ridley Scott, que construyó una imagen de manera que se expresaran las sensaciones de ese mundo irreal, donde las nuevas tecnologías se anteponen a las viejas glorias del pasado, y nace el concepto de megapolis con la concentración de la masa social en el mismo espacio. Basada en al novela de Philip K. Dick muestra una arquitectura futurista alejada de los principios clásicos, obteniendo como resultado final una combinación ecléctica. Nos presenta un urbanismo decadente que vislumbra un futuro de tarjetas de crédito, video-teléfonos y otros dispositivos, muy similar a lo que tenemos ahora.
- La tercera en cuestión es “El Arquitecto” (2006) dirigida por Matt Tauber. La trama gira entorno a un prominente arquitecto, que en su juventud diseñó un complejo de habitaciones de bajo presupuesto. En la actualidad el complejo habitacional es un lugar deteriorado, y el lugar perfecto para la delincuencia. Esta película te hará reflexionar sobre la responsabilidad de los arquitectos en las construcciones de los edificios y el entorno urbano resultante de los mismos en la interacción con la ciudad, una problemática que hoy más que nunca cobra importancia.
- Y para finalizar, algo personal, una película que todas las navidades vemos en familia “Qué bello es vivir” (1946) dirigida por Frank Capra y protagonizada por James Stewart en el papel de un hombre que renunció a sus sueños debido a su sentido de la responsabilidad, generosidad y altruismo. Aparte del propio guión que nos muestra a un hombre que dentro de la desesperación quiere suicidarse en Navidad, y que un ángel le muestra lo que hubiera sido el mundo sin él, lo que como arquitecto me llama la atención es que todo gira entorno a una casa y al desarrollo de una ciudad. Una casa abandonada y destartalada que poco a poco se va transformando en el verdadero hogar de la familia protagonista, adaptándose a su propio crecimiento y evolución, cambiando el uso de las habitaciones según los propios requerimientos. Y el desarrollo urbanístico de la ciudad, que nos muestra sus dos caras, la primera en el transcurso de su vida, con la proyección de viviendas sociales para obreros y equipamiento para el desarrollo social y cultural de la comunidad, y la imagen de una ciudad sumida en el caos y despropósito manejada por los interés comerciales.
Así que si quiere entender un poco más a los arquitectos, no tiene más que ver estas cuatro películas, que si aceptan la sugerencia sea en el mismo orden en el que se las he presentado, para que por lo menos al final tengan un buen sabor de boca, y la sensación de que las cosas siempre pueden ir a mejor.// Manuel Navarro Arquitecto
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