Dos acciones a tener en cuenta para no decaer en tu camino emprendedor

Steve Jobs, Einstein y Tesla son sólo algunos ejemplos de que decaer no es una opción cuando tienes ganas de emprender y seguir una idea. El cansancio es lo que te mantiene alerta y te fortalece.

Nunca ha sido fácil o sencillo tomar decisiones. Conquistadores, científicos, precursores, revolucionarios y otras figuras que han resultado trascendentales en la historia de la humanidad se han enfrentado a sus propios demonios al momento de comenzar un proyecto, un experimento o una cruzada con gente esperando resultados (inmediatos en la mayoría de los casos), y más gente a la espera de los beneficios que traerá esta decisión tomada por pioneros de nuestra especie.


Es complicado determinar hasta qué punto estamos en lo cierto al momento de tan siquiera evaluar una idea o intentar llevarla a cabo. No sabemos si realmente estamos listos para los distintos sacrificios y aceptar las restricciones que conlleva a estar bajo el trabajo, responsabilidad y nuestros propios sueños. De hecho, todo lo que conlleva este tipo de actividades, planes que de pequeños comenzamos a trazar al forjar nuestra personalidad.

Bien podemos decidir dejar todo de lado y prepararnos, conseguir un buen puesto de trabajo, permanecer por años en la misma empresa y ser recordado con cariño, ascensos y botones que reconozcan nuestra labor durante los años de ejercicio en las oficinas. Pero en un sector olvidado, justo en el rincón que cada vez tiene más luz, allí estamos nosotros, los emprendedores, esos jóvenes rebeldes que queremos cambiar el sistema, o por lo menos no formar parte del mismo, al independizarnos con proyectos que resultan accesibles, económicos y, a la vez, rentables, siempre con nosotros entre los protagonistas.

Así somos: arriesgados y dispuestos a emprender nuevos rumbos si el plan lo amerita, capaces de enfrentarnos a todo y fallar también por todo, pero sabiendo que esos fallos son cargas de adrenalina, que nos llenan de energía para recargar y volver al ruedo, más fuertes y capaces.

Pero, como siempre, las cosas deben tener una falla y en esta ocasión es inevitable, no existe la manera de esquivar el último error al que nos enfrentamos, el factor emocional.

Avivar las ganas

Pero, decaer no es opción, no en este punto, porque si todo está normal en nuestra trayectoria, el momento en el que llega este cansancio o desesperanza es cuando ya hemos superado muchos de los obstáculos que sirven de filtro, como el primer fracaso estruendoso que ya superamos al entender que es necesario y nos deja cosas positivas, o la nostalgia de los momentos que hemos perdido como sacrificio para lograr estabilidad en este plan, así que ya mismo es momento de echarte agua en la cara y avivar las ganas de nuevo.

Realmente no hay indicaciones ni genéricas para esto, no existe un procedimiento estándar más allá de valorar nuestro sacrificio previo, el trabajo de años y los riesgos tomados que, ciertamente, sería injusto desechar todo por  un cansancio o ansiedad repentina, así que vamos allá, con la frente en alto y la decisión como escudo.

Ahora bien, esto de seguir el camino va más allá de realmente estar de la mano con el éxito de nuestro plan, es un deber que tenemos con nosotros mismos al no poder privarnos de la recompensa de nuestro trabajo, porque es probable que esta idea sea el antes de un después brillante, o mejor aún, que esta idea llegue a su techo y se estanque, pero nos sirva para desarrollar la próxima con mejores herramientas y una caja de posibilidades mucho más amplia y efectiva. Por lo tanto, esto no sería el error, sino el borrador del verdadero éxito de nuestras vidas, el comienzo del resto de nuestra vida.

Ejemplos hay muchos. Nombres como el de Steve Jobs, Einstein, Tesla y muchos más que sólo llenarían de líneas sin sentido el texto, pero es mejor que busquen ustedes a los demás, para que conozcan que la historia da crédito a quien lo merece y que ninguno de ellos tuvo las cosas fáciles, por lo que esto puede ser la punta del iceberg y el cansancio puede ser más bien la señal para hacernos más fuertes, para reconocer que estamos encaminados a donde es y necesitamos más convicción para superar lo que está por venir.

El denominador común de los emprendedores

Es momento de contradecirnos. Ciertamente no hay algo que se pueda aconsejar para que tus emociones y cerebro se equilibren, eso es un proceso interno pero, podemos dejar dos actividades que muchos emprendedores con éxito plantean en sus entrevistas, es un denominador común entre los que arriesgaron y nunca se rindieron.

La primera es no escapar a la intriga. Tienes que permitir que la incertidumbre se haga parte de tus costumbres porque eso significa que estás pensando, que arriesgas y estás a la espera de resultados preferiblemente eficaces, sin más que exigir, al menos no más que la retribución de capital invertido, algo que sin duda estará en tus manos para volverlo a invertir. En serio, una vez que emprendes en un proyecto, no volverlo a hacer es imposible.

La segunda recomendación que dejan es estar en contacto frecuente con temas que te enamoren o te apasionen, actividades que te hagan pasar 72 horas frente a la computadora sin darte cuenta, esos que te hacen vivir con una simple taza de café y ya, sin necesitar nada más que esto para continuar con el trabajo.

Pero pon un límite. El cansancio y ansiedad que hoy pueden generar ganas de abandonar el barco, puede ser estrés y sobrecarga en lugar de desesperanza, por lo que tu cerebro puede estar en pleno envío de señales de auxilio y estarías a punto de sobrecargarlo.

Como bien decía Albert Einstein: "Sólo los que intentan lo absurdo puede lograr lo imposible”.  Lo posible sólo existe para las personas cuadradas, las que trabajan lo suficiente para pagar impuestos y tener vacaciones una vez al año, tal vez cada dos, pero tú, tú estás en el mismo grupo de nosotros, los que decidimos enfrentarnos a años de historia comercial y laboral, los que decidimos no trabajar por impuestos, sino generarlos más bien, de tener vacaciones cuando y donde queramos porque nuestras ideas son independientes y una vez que echan a andar, sólo hay que monitorearlas de vez en cuando, funcionan con vida propia. ¡Vive el momento!// Página Siete

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