Periodismo subversivo: lo mejor del Premio Pulitzer 2016

El buen periodismo requiere tiempo; el periodismo que causa impresión no nace de la noche a la mañana ni durante un par de horas de búsquedas de Google en la redacción de un periódico, sin capacidad de literalmente tocar las historias que se cuentan. Por eso, cuando se entregan Premios Pulitzer a lo mejor del periodismo a nivel mundial, la lista de ganadores incluye trabajos que se desarrollaron con meses (y a veces hasta años) de anticipación e investigación.

En una era en la que el escrutinio sobre el periodismo ha encontrado en Internet y en las redes sociales el epicentro para canalizar el desencanto del público con el grueso de la información que recibe, los trabajos elegidos por Pulitzer son una bocanada de alivio y una confirmación de que aún hay medios, editores, periodistas y fotógrafos comprometidos con el periodismo de calidad y como un servicio social cuyos efectos a largo plazo lo hacen una herramienta infalible.

Anunciados el pasado 18 de abril, estos son algunos de los Premios Pulitzer de este año más destacados en materia de periodismo. Separadas de los reportajes e incluso de los efectos que sus revelaciones generaron, las historias detrás de estas investigaciones son tan llamativas como los hechos que destaparon.

Donde sea, menos acá

Cuatro fotógrafos de The New York Times comparten el premio de fotografías de noticias de última hora con el equipo de fotografía de la agencia noticiosa Thomson Reuters. En ambos casos, las imágenes ganadoras retrataron la vida de algunos de los actores de la crisis de refugiados de 2015, y mostraron un mosaico más amplio de las preocupaciones y objetivos de quienes escapan del lugar que los vio nacer bajo la teoría de que cualquier otra lugar es mejor que casa.

Periodismo en la UPEAMauricio Lima, Sergey Ponomarev, Tyler Hicks y Daniel Etter fueron los fotoperiodistas del Times que se colaron en el conflicto, cámara en mano; dos de ellos (Lima y Ponomarev) acompañaron durante 40 días a una familia siria en su trayecto hacia Grecia. Ponomarev los siguió de Macedonia a Serbia, y Lima de Serbia a Suecia, ambos con resultados explícitamente conmovedores.

“Me gusta pasar la mayor cantidad de tiempo que pueda con la gente a la que estoy fotografiando, y esta familia me dejó muy impresionado desde el comienzo”, contó Lima, brasileño. “Sentí que estaban muy determinados a completar su misión, y eso me gustaba. Me impresionó su sentido de colectividad”.

“Los fotógrafos estuvieron al lado de la familia en todo momento: cuando iban en bus, cuando viajaban en tren y en botes, y principalmente cuando caminaban decenas de kilómetros”, agregó. De hecho, quizá la imagen más impresionante de la colección la tomó Ponomarev camino a Grecia, con el panorama de varios refugiados dentro de un bote ilegal.

Daniel Etter se unió durante dos días a la travesía, cuando captó a un hombre llorando mientras cargaba a su hijo apenas llegan a Grecia. La fotografía se hizo viral en horas, y ayudó a ponerle una cara al problema. El fotógrafo de Reuters, Yannis Behrakis, explicó que las fotografías de la crisis de refugiados le mostraron al mundo lo que pasaba y fue una forma de darle una voz a las personas desafortunadas.

Secretos policiales

Cuando Michael Brown murió, en 2014, el secretismo de la policía estadounidense era un obstáculo para la ideal realización periodística. Al mismo tiempo que la comunidad de Ferguson le achacaba a la policía el asesinato de un hombre negro no armado, aumentaban las sospechas de que no se trataba de un caso aislado.

Pero no habían datos. Era la palabra de los protestantes contra la de las uniones de policías. La información cruda era inexistente. No había –en ese momento– forma de saber quién tenía la razón. Allí es donde el periodismo se perfila como una herramienta social indispensable.

“Para nuestra sorpresa, no había una base nacional de datos precisos acerca de las muertes en manos de la policía”, dijo el periodista Wesley Lowery, parte del equipo del Post que asumió el reto de buscar la verdad. “Editores, investigadores y reporteros del Washington Postempezaron a preguntarse: ‘¿Si nadie tiene los datos, podemos compilarlos?’”.

Uno por uno, el equipo de investigación del Post empezó a recrear y enumerar cada uno de los casos en los que se decía que un policía había matado a un civil, aglomerando reportes noticiosos, registros públicos, bases de datos en línea y –en muchos casos– reporteo propio.

En grupo, los casos redondearon a casi 1.000 personas ejecutadas por la policía en 2015, llegando así a un dato que alimentó la conversación sobre el racismo policial como ningún otro: a través de esa muestra se concluyó que era siete veces más probable que un policía le disparara a una persona negra desarmada que a un blanco.

“Activistas señalan nuestros datos como evidencia del sesgo racial en la policía”, dijo Lowery en una entrevista. “Quienes son empáticos con el cuerpo policial insisten que esta disparidad sucede por los altos niveles de crimen en las áreas de negros, pero nuestro análisis consistentemente ha concluido que la locación de los disparos policiales no está correlacionada con las tasa de crímenes violentos”.

Muchas acciones legales y sociales vinieron y están por venir, en gran parte gracias al equipo de Lowery, quien señaló la importancia de tener redacciones diversas (contrarias al clásico protagonismo del periodista blanco) que permitan analizar situaciones desde la experiencia de grupos que históricamente las han sufrido, como es el caso del racismo.

Esta semana, Lowery y el Washington Post ganaron el Pulitzer en la categoría de periodismo de asuntos internos de los Estados Unidos.

Esclavitud moderna

En su solicitud para ser nominada al Premio Pulitzer de servicio público, la agencia Associated Press escribió: “Más de 2.000 esclavos están libres hoy porque The Associated Press expuso su miseria”. Parece un halago muy grande para darse a sí misma, pero la empresa no miente: un artículo suyo sobre los abusos a miles de trabajadores en la industria pesquera sirvió para revertir la situación por completo.

Publicada en marzo de 2015, la investigación determinó que la industria pesquera del sureste asiático era un ejercicio de esclavitud y que los productos que ofrecían terminaban principalmente en los supermercados estadounidenses, por lo que la pieza se tituló “ ¿Están los esclavos atrapando los peces que usted compra? ”.

El reportaje fue elaborado por los periodistas Esther Htusan, Margie Mason, Robin McDowell y Martha Mendoza, quienes pusieron sus vidas en riesgo al visitar la zona y conversar con algunos de los trabajadores. Cuenta la historia que apenas los locales se dieron cuenta de que los reporteros hablaban su mismo idioma, no escatimaron en denunciar los múltiples abusos.

Los periodistas revelaron no solo las condiciones de esclavitud en las que se producían los alimentos, generalmente asequibles en merca-dos de Estados Unidos y Europa, sino que también dieron seguimiento a los pescados y mariscos recolectados por los esclavos hasta confirmar que aquellas empresas que en el pasado se habían “librado” de la culpa en efecto estaban comprando productos que se obtuvieron en procesos que no respetan los derechos humanos.

Ejecutivos de las compañías persiguieron a los periodistas constantemente. Durante cuatro días, los reporteros se escondieron en la parte trasera de un camión para transcribir las identidades de quienes sufrían abusos laborales, temerosos de la mafia en la zona.

No más saliendo el artículo, la industria se vino abajo. Más de 2.000 esclavos están libres gracias al coraje de un equipo de periodistas. “Estos hombres eran prisioneros de la industria pesquera de Tailandia, en algunos casos durante décadas, arriesgándose a ser asesinados por capitanes si no cumplían sus órdenes”, señaló la agencia.

Quienes estuvieron detrás de los abusos tuvieron que enfrentar la justicia, y se implementaron reformas legislativas para prevenir que situaciones como esta se repitan nuevamente. La importancia de que las empresas fueran transparentes con respecto a sus medios de producción fue un tema clave en el congreso estadounidense ese año. Como todos los demás, el Pulitzer para Associated Press es innegable.// La Nación

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