UPEA: una caída que no debiera sorprender

Lo ocurrido hace unos días en la universidad de El Alto, donde murieron siete estudiantes luego de caer desde un cuarto piso, ha mostrado, en un instante, el perfil más claro del ser nacional. Se puede decir que la tragedia reunió en un sólo acto todas las manifestaciones que a diario tenemos ante nuestros ojos y que toleramos como algo inevitable, simulando que somos ajenos al  deterioro moral de nuestro país.

¿Es extraño que los estudiantes que gobiernan la universidad convoquen a una asamblea en plena pandemia? Claro que no, lo hacen en casi todas las universidades y desde hace tiempo, aún más si, como dice el rector de la UPEA, allí son tan avanzados que rige el voto universal y, por lo tanto, no necesitan  esa tontería del gobierno paritario que rige el sistema universitario. Noticias de la UPEA

El sistema de gobierno se funda sobre premisas populistas que asignan a la mayoría estudiantil todo el poder. Por tanto, emulando a algunos políticos, si quieres ser rector, pues te unes a los que deciden, y, mejor aún, te conviertes en el artífice mayor de lo que  muchos testigos refieren como “la rosca”.

¿Sorprende que  las autoridades universitarias busquen eternizarse en sus puestos y para eso usen y abusen de prebendas, chantajes, premios y castigos a estudiantes y docentes? De ninguna manera, mucha gente ha vivido en silencio muchas irregularidades para conservar su empleo, obtener ascensos, jubilarse en buenas condiciones y un largo etcétera. Levante la mano la universidad pública donde esto no ocurre. Los chicotazos parecen ser  una innovación del pluriculturalismo masista que ha legitimado usos y costumbres autoritarios.

Los eternos estudiantes tampoco son ninguna novedad y sabido es que su reciclaje se hace en connivencia  con docentes y administrativos. Esas y otras conductas son pan de cada día. ¿Acaso Evo Morales no predicó con el ejemplo  e hizo fraude para quedarse en el poder? ¿Acaso no inventó un golpe de Estado para echarle la culpa al empedrado? Acaso no vivimos un refinado sistema utilizado por  el MNR y perfeccionado por el MAS que basa  su reproducción en una lógica de reciprocidad casi mafiosa? Es  muy probable que los estudiantes alteños,  como todos,   hayan visto de cerca a muchos dirigentes  recurrir a medios violentos e ilegales para llegar al poder y visto la condescendencia social ante la permanente violación de la ley.

Esta vez la sangre llegó al río. Han muerto jóvenes y han sobrevivido muchos de los que asistieron a una convocatoria a sabiendas  que recibirían una beca o algo más insignificante en esta práctica del toma y daca ante la que la mayoría de “bolivianos y bolivianas “ callamos o miramos al costado por miedo, complacencia o lo que sea, hasta que en esta oportunidad la muerte puso  fin y visibilizó  una serie de hechos que sin muerte de por medio se han normalizado.

En otros ámbitos los intercambios se calculan en millones y no se ventilan con la candidez que se han difundido en este caso. Conmueven los testimonios de estudiantes, padres de familia y hasta algún administrativo.

Lo que sigue es la puesta en escena del capítulo policial, la criminalización de todos los involucrados  mientras las familias lloran en funerales, ocultan  a sus  hijos perseguidos y  callan porque saben que en este país no hay justicia.  Se buscan  culpables y una se pregunta ¿quién puede tirar la primera piedra?

Sólo cuando  la caída es evidente dejamos de creernos   inmunes a la corrupción en un mundo donde a pesar de las brechas sociales, la cultura de la impunidad y el abuso son universales. La cultura del “metele nomás”  ha penetrado en todos los recovecos, formando parte de nuestros ser,  aunque las fachadas todavía aparenten que el mundo está dividido entre buenos y malos.

Quizás la única diferencia sea que la baranda de la UPEA que se desplomó por el peso de la multitud estaba mal pegada, mientras que el pegamento que sostiene el prebendalismo nacional está bien duro y tomará mucho tiempo antes de que caiga.// Sonia Montaño Virreira - Página Siete

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