Ni la presencia mayoritaria de mujeres en la UPEA ni su lucha significativa para la creación de esa casa de
estudios superiores se refleja en la participación política y en espacios de
decisión de las estudiantes en esa universidad, dice la socióloga y docente
Patricia Chavez, quien dirigió una investigación sobre el tema en el marco del
Taller Vertical III de la Carrera de Sociología en la UPEA.
La investigación está plasmada en el libro “Nuestra lucha es tu
lucha. Trayectorias educativas y luchas de mujeres indígenas migrantes de la
Universidad Pública de El Alto (2014)”, presentado recientemente por estudiantes
del taller y publicado con apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo.
¿Cuál es el peso específico de las mujeres en una universidad
indígena y popular como la UPEA?, es la interrogante que aparece ante la
investigación. Chavez explica que el primer obstáculo de la investigación fue
conseguir los datos cuantitativos institucionales sobre el acceso, permanencia y
titulación de las estudiantes, al punto que sólo tres carreras cooperaron con
este requerimiento, para finalmente conseguirlo a través de otras instancias
universitarias.
“Es una universidad con presencia femenina mayoritaria –dice
Chavez--, para 2013 y 2014 el dato era que cerca de 59% del estudiantado era
femenino, lo que no se reflejaba en la estructura de poderes políticos y de
participación política de la UPEA. Ahí las compañeras (estudiantes
entrevistadas) opinaban que tanto en centros de estudiantes como en direcciones
de carrera la presencia femenina era muy poca”. Lo que implica la escasa
participación de las mujeres en instancias democráticas estudiantiles, como las
asambleas, por ejemplo.
La
socióloga dice que la participación política en instancias democráticas
universitarias está vinculada al proceso de construcción de conocimiento: “Por
ejemplo en la elaboración de tesis, hay como dos brechas que las compañeras
enfrentan, una (es) introducir temas de género, les dicen ‘saca la palabra
género de tu tesis’, ‘esos radicalismos no los voy a aceptar’…; la segunda es
que la investigación asumida por las mismas mujeres mira en torno a otro tipo de
temas como el cuidado medioambiental, el desarrollo…, producir teoría como
mujeres es totalmente distinto a producir como varón… Ellas dicen ‘aprendemos a
tejer mirando, a cocinar escuchando, por qué esas formas de conocimiento no se
incorporan en la universidad, y que nos enseñen a investigar investigando pero
de manera igualitaria’”.
El formato general de producción de conocimiento en la
universidad pública es al final un escollo porque “no permite trabajar temas de
mujeres y trabajados por mujeres”.
El hecho es que el problema del patriarcado, así como el
problema de la masiva pertenencia indígena, no están visibilizados para los
estudiantes en general. “Existe una especie de horizonte de ilusión liberal de
los derechos y de la modernidad que te ofrece la ciudad, supuestamente es un
lugar donde vas a tener acceso a tecnología y a eso que se llama progresar en la
vida…”, dice Chavez. Algo similar ocurre con la identificación del patriarcado,
pues desde las instancias con autoridad en la universidad (docentes,
autoridades) se considera que ya existen leyes que trabajan la igualdad de
género y que solo hace falta exigir su cumplimiento, aunque la realidad de las
estudiantes revela una asignación de roles difícil de sortear en su vida
cotidiana.
“Existe mucha resistencia a visibilizar (estos problemas)”,
dice Chavez, que se refiere al propio hecho de que la forma de construcción de
conocimiento dentro de la universidad no es cuestionada y está normalizada. En
ese contexto las mujeres estudiantes mantienen una lucha que se expresa tanto en
sus intentos de introducir el género dentro de sus enfoques de investigación, al
mismo tiempo que plantear temas diferentes, como en su intento de tener una
presencia política en instancias de decisión estudiantil, como son los centros
de estudiantes o las asambleas estudiantiles.// PIEB.com.bo
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