Cómo sentirse bien cuando todo va mal (Psicología)

Inconscientemente, todos deseamos que nos ocurran sucesos positivos, todos pedimos que el año nuevo nos traiga cosas buenas, todos soñamos con determinados acontecimientos extraordinarios en nuestras vidas.

Es decir, estamos muy entrenados en asociar bienestar  con la llegada de algo externo y positivo; y lo contrario, relacionamos infelicidad con la llegada de hechos negativos.

Si lo piensas bien, cuando esta asociación se convierte en la vara para medir tu felicidad, la inquietud se apodera de ti, como si todo bienestar fuera, cuando menos, aleatorio o sujeto a algo que no depende de ti.Psicología en la UPEA

¡Cuidado con los siguientes esquemas!:

  • Lo único que necesito para ser feliz es que me salga algo bien.
  • ¿Por qué no me ocurren cosas buenas a mí? ¿Es que no me lo merezco?
  • No se puede ser feliz si te pasan cosas como a las que a mí me están pasando.
  • Si yo tuviera esa pareja (esa casa, ese dinero, esa salud), también sería feliz

Y como estos, muchos otros que te hacen permanecer frustrado y, en cierto grado, pasivo ante las circunstancias, esperando a que las cosas cambien como única solución a tu tristeza.

Pero, ¿y mientras? Pues mientras esperas a que salga el sol, la vida pasa y se te pasa.

No deduzcas de mis palabras que es fácil abstraerse de los obstáculos que se te presentan, o que no deberían afectarte.

La propuesta que te hago es que aceptes una realidad existente y, en algunas ocasiones, inevitable, porque es algo que viene añadido por el simple hecho de existir: el dolor, la dificultad, las emociones negativas, el malestar y las trabas.

¡Quién esté exento de ellas que levante la mano! ¡Quién no sepa de qué hablamos que dé un paso al frente!

¿Quién no ha sufrido alguna vez en su trabajo, por la pérdida del mismo, por su relación de pareja o sus relaciones sociales y familiares, o la ausencia de las mismas, por su salud o por la convivencia con enfermedades de aquellos a los que ama?

Todos, inevitablemente todos. Es cierto que hay épocas en las que todas estas circunstancias externas negativas se agolpan de manera intensa en un periodo concreto, y es entonces cuando sientes que “no vas a poder con todo”, “cómo puedes tener tan mala suerte” y “por qué te tiene que pasar todo eso a ti”.

Está bien, tienes derecho a quejarte, tienes derecho a sentir que te viene grande y exteriorizar tus emociones, pero pasado un tiempo, la queja se vuelve improductiva si no pasamos a la acción.

¿Quieres hacer algo con ello?, ¿Quieres avanzar? , ¿Quieres estar bien a pesar de que las cosas no vayan bien?,

#1. Valida tus sentimientos, incluso los negativos.

Esto quiere decir que tienes derecho a sentirte mal, a expresarlo incluso. Si no te permites esta primera pauta, no tiene sentido que intentes aplicar todas las demás que enumeraré a continuación.

Si uno se niega el derecho a tener una emoción negativa (tristeza, ansiedad, frustración, decepción, miedo, etc.), aunque sea en algún grado por unos momentos, será como intentar esconder bajo el agua una pelota: harás múltiples esfuerzos por disimular que está ahí, pero tarde o temprano, saldrá bruscamente a la superficie.

A veces el sólo hecho de obligarte a estar bien, cuando realmente no lo estás, ejerce más presión sobre ti y te provoca más sufrimiento.

No estoy diciendo que te recrees en el dolor, tan sólo basta que reconozcas su existencia como la de alguien que te incomoda, pero con el que eres capaz de pasar un rato.

#2. Alerta con las exageraciones, catastrofismos y las palabras absolutistas.

Cuando las cosas van mal, algo que acrecienta la sensación de malestar es tener el pensamiento distorsionado de que las cosas siempre van a seguir siendo así, que jamás van a cambiar a mejor.

Esto es sacar una conclusión demasiado general de una etapa concreta de nuestra vida. Es importante detectar estas predicciones fatalistas que te llenan de desesperanza.

Cuestiónalas activamente:

  • Que las cosas vayan mal ahora, no garantiza que a medio o largo plazo no puedan cambiar en algún grado.
  • Que ahora tenga varias parcelas de mi vida en negativo, no significa que no haya otras que se mantengan en positivo, y que merece la pena que las disfrute y ponga el foco en ellas.
  • Que ahora no sepa encontrar una solución, no quiere decir que pasado un tiempo no cuente con más recursos para hallarla.
#3. Busca activamente emociones positivas y ponlas en primer plano.

Las emociones positivas a veces no han de sustituir a las negativas, sino coexistir con ellas. Por ejemplo, perder un hijo provoca necesariamente emociones negativas, necesarias y funcionales, pero pueden coexistir con las emociones positivas que producen la existencia del otro hijo u otros vínculos.

La idea no es tanto eliminar las emociones negativas, que además han de existir,  pues estás experimentando pérdidas (trabajo, pareja, enfermedad, etc.) u obstáculos (estrés, conflictos familiares, problemas económicos, etc.), como poner el foco en las emociones positivas y buscar estímulos que me ayuden a crearlas.

Imagina que estás en una fiesta y justo aparece alguien que te molesta, que te genera negatividad y toxicidad. Si te esfuerzas mucho por no mirarle, si te empeñas en hacer como si te despertara simpatía o no existiera, estarás poniendo el foco de tu atención, paradójicamente y en contra de tu voluntad, en esa persona.

Cuanto más quieres no tenerla en cuenta, más la tienes y no puedes quitártela del pensamiento. Luego, lo mejor es que la saludes, aceptes que está ahí, que te molesta y acto seguido focalices tu atención en las otras personas que sí te generan positividad.

¿La persona que te molesta seguirá estando en tu mente? Probablemente, pero ya no de la misma manera, ni en la misma intensidad, aparecerá en un plano secundario, de fondo, déjalo estar.

Lo que importa es lo que tengas en el plano principal. Lo negativo no puedes sacarlo del plano, pero puedes dejarlo de música de fondo o en segundo plano visual.

¿Cómo? Haciendo zoom en lo positivo, concéntrate en lo que te aporta bienestar.

Sal al encuentro de situaciones, personas y estímulos que te provoquen emociones positivas: humor,risa, ternura, orgullo, admiración, solidaridad, empatía, cariño, amor, esperanza, optimismo, perseverancia, etc.

#4. Confía en ti y en tu capacidad para cambiar y solucionar problemas.

Lo peor que puedes hacer cuando estás metido de lleno en una racha que no te favorece, es creerte que no puedes hacer nada para cambiar tus circunstancias, y que eres una víctima absoluta del negro destino que está reservado para ti.

Cuidado, porque si vas pensando por la calle que puedes caerte, al final acabas cayéndote, las autoprofecías dramáticas tienden a cumplirse, porque uno se las cree firmemente y tiende a comportarse conforme a sus predicciones.

Estés en la situación que estés, siempre hay algo que puedes hacer para revertir en algún grado el dolor, la molestia o el malestar.

Lo importante es hacer foco en las palabras “EN ALGÚN GRADO”,  y a partir de ahí creer en la capacidad de cambio que todos tenemos con nuestras acciones.

Desde que te levantas, puedes elegir un montón de acciones, como por ejemplo, ponerte música o irte sin desayunar.

El día te ofrece un sin fin de opciones para remontar, revertir o transformar alguna de esa áreas en algún grado, sin excepción.

Incluso si estás viviendo la enfermedad  terminal de un ser querido, puedes elegir cómo despedirte de él, cómo contribuir a mejorar su calidad de vida en esos últimos meses, etc.

Si te han despedido del trabajo, puedes estancarte en tu cama por meses, o formarte en alguna materia que pueda aportarte valor.

Y si sientes que ahora no puedes, o no sabes cómo cambiar las circunstancias, eso no significa que pasado un tiempo no lo consigas, porque puedes conocer a otras personas que te ayuden, ganar en recursos, o generar alguna idea que aún no consigues ver.

Las circunstancias van y vienen. El dolor es inherente al proceso de vivir, lo que hagamos con él es nuestra elección.

¿Qué haces para seguir adelante cuando todo va mal?

¿ Crees que se puede estar bien cuando realmente todo va mal?// Tu Psicología

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