Frente al impacto económico y comercial causado por la pandemia del COVID-19 y la incertidumbre sobre la reactivación de las economías de América Latina y el Caribe (ALC), los países de la región deberían poner en marcha una nueva estrategia comercial: la nueva Diplomacia Sanitaria.
Esta estrategia comprende una serie de acciones para armonizar las regulaciones internacionales, mejorar los sistemas internos de gestión sanitaria e impulsar la promoción de negocios en el exterior, las cuales permitirían a los países fortalecer su capacidad para expandir su comercio internacional durante y después de la pandemia.
Proliferación de reglamentaciones sanitarias
Esta pandemia ha generado invariablemente una mayor sensibilidad por los temas sanitarios relacionados con el flujo global de personas y mercancías. Al fin y al cabo, la dispersión mundial del virus es un resultado de estos flujos.
A partir de esta realidad ha surgido en los países una nueva y más exigente dinámica de controles de entrada de las mercancías. Ya se percibe un aumento de las medidas sanitarias y fitosanitarias en las fronteras[1], así como el uso de procesos y tecnologías más sofisticadas para la vigilancia y el cumplimiento de estas medidas.
Esta proliferación de reglamentaciones sanitarias podría traer consigo el germen del abuso, es decir, que la aplicación de nuevas medidas en respuesta al COVID-19, se torne en un obstáculo innecesario al comercio internacional, ya sea por su desproporcionalidad o por su impertinencia, tanto en la definición de los parámetros de rigurosidad como en las exigencias documentarias, tratamientos específicos y hasta pruebas de laboratorio. Todo ello con el ánimo de impedir la importación y proteger la producción nacional.
La nueva Diplomacia Sanitaria
Para evitar o reducir las consecuencias negativas de posibles obstáculos al comercio, o incluso para sacarle partido, y planificar de manera estratégica su futuro comercial, los gobiernos deberán emprender un conjunto de medidas en tres áreas: una estratégica de negociación internacional, otra interna de gestión sanitaria con una agenda nacional que enfatiza la salud pública, y otra de promoción de negocios, con claro enfoque ofensivo. Todo este trabajo en su conjunto constituye, lo que podríamos llamar, la nueva Diplomacia Sanitaria.
Estrategia internacional
A nivel estratégico global, los países y organismos internacionales relacionados al flujo de mercancías y personas deberán repensar la arquitectura institucional, regional y multilateral para armonizar regulaciones y hacerlas cumplir.
Tanto la Organización Mundial del Comercio, la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Sanidad Animal, así como sus pares a nivel regional, deberán coordinar sus esfuerzos para lograr transparencia y sustento científico en los procesos de formulación de las reglamentaciones internacionales, y efectividad en su cumplimiento, monitoreo y solución de controversias.
Esta coordinación estratégica cobra urgencia dada la gran fragmentación de los estándares internacionales y multiplicidad de organismos de gestión. Esta realidad exige una gobernanza sanitaria global y pragmática que permita generar escenarios de convergencia, reduciendo los conflictos entre el comercio, la salud humana, animal y vegetal.
También es urgente revertir la tendencia a restringir el comercio que se gestó a nivel global desde el inicio de la crisis. Si bien una porción importante de las medidas comerciales impuestas, por ejemplo, por los países del G-20 durante la pandemia, tienden a facilitar el comercio, un tercio de esas medidas puestas en vigor tienen una clara intención proteccionista. Los países de ALC deben aprender a sortear estos nuevos desafíos y tratar de revertirlos. De lo contrario el comercio de la región se podría ver afectado.
Los países y organismos internacionales deben entender que este esfuerzo requiere, por un lado, fortalecer la capacidad institucional nacional para influir positivamente en las negociaciones internacionales, y por otro, comprender la problemática e incidir en las agendas de manera que se promuevan los mejores intereses comerciales de los países en su conjunto. También deberán fortalecer la capacidad de coordinación interna entre las Cancillerías, los Ministerios de Protección Agropecuaria, los Ministerios de Salud, las Aduanas y los Ministerios de Comercio, así como con los sectores productivos.
Esta arista de la estrategia requiere conocimiento, dedicación, sistemas de información y otros recursos para su correcta gestión. No es un desafío menor.
Gestión sanitaria
Bajo la dimensión de gestión sanitaria interna, los países deben desarrollar capacidades para sintonizar adecuadamente la gestión y los controles sanitarios con los requerimientos internacionales, así como contribuir con la facilitación del comercio internacional y la gestión efectiva y eficiente de los procesos de control en los puertos de entrada.
Los gobiernos deberán contar con un eficaz sistema nacional de gestión y control sanitario que logre mantener la calidad de los productos agropecuarios y los alimentos bajo estrictos estándares. Estas medidas permitirían evitar el surgimiento y propagación de pestes y enfermedades, incluyendo aquellas que se pueden transmitir entre animales y humanos (zoonóticas), como el COVID-19. También deberán contar con personal capacitado, procesos transparentes, infraestructura adecuada y tecnologías modernas que ayuden al buen control sanitario, no solo en el territorio nacional, sino sobre todo en los puertos terrestres[1], marítimos, fluviales y aéreos.
[1] Con apoyo del BID, Nicaragua está modernizando notablemente los puertos de entrada terrestres, logrando reducir los tiempos de paso de 36 horas a 89 minutos.
Promoción de negocios
El proceso de promoción de negocios consiste esencialmente en realizar las gestiones sanitarias necesarias a nivel de la producción, comercialización, certificación y exportación para acceder a mercados sanitariamente rigurosos.
Por ejemplo, Colombia está implementando una agenda de diplomacia sanitaria comercial que busca proactivamente abrir la puerta a la agroindustria colombiana en el exterior. Esta estrategia se enfoca en identificar los mercados con potencial exportador, trabajar de la mano de las autoridades sanitarias en mercados estratégicos para atender sus requerimientos sanitarios, fitosanitarios y de inocuidad, y priorizar la adaptación de la oferta exportable con un enfoque en mercado y no en producto.
Gracias a la implementación de esta reciente política, en 2019 Colombia logró abrir ocho mercados como Perú, Guatemala, Ecuador, China, Japón, México, Egipto, y Arabia Saudita para 14 productos, entre los que se destacan el aguacate Hass, guanábana, arroz, carne bovina y lima ácida Tahití, entre otros.
Hasta el día de hoy no está claro cuándo concluirá la pandemia ni cuál será, en definitiva, su impacto socioeconómico. Lo que sí está claro es que el impacto será profundo. Por ello, es esencial que tanto las instituciones internacionales como los países comiencen a visualizar y utilizar las herramientas que van a permitir avanzar hacia la reactivación económica. Si luego del 11 de septiembre de 2001 se generó un marco comercial global para procurar que las cadenas de valor sean seguras, hoy corresponde que estas sean limpias. La efectiva gestión de la Diplomacia Sanitaria para promover un balance entre el comercio y la protección de la salud es una de esas herramientas.// Más allá de las fronteras
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