Los investigadores estadounidenses detrás de este hallazgo recomiendan que se reevalúen las pautas que no tengan en cuenta esta diferencia.
La mayor parte de lo que sabemos sobre el cuerpo humano se basa en el estudio de animales machos y pacientes hombres. Durante décadas, se asumió que, estudiando solo a las especies masculinas (su anatomía, farmacocinética, enfermedades y respuesta ante los tratamientos) se podían inferir también conclusiones para el ser humano “hembra”. Es lo que se denominó “sesgo de ciencia”, y no fue hasta hace relativamente poco, en 1993, que la Food and Drug Administration (FDA), publicó una guía para el estudio y la evaluación de las diferencias en los ensayos según el sexo. En ella se instaba a incluir mujeres para detectar posibles diferencias clínicamente significativas en la respuesta a fármacos, entre otras variables.
Está ampliamente demostrado que este sesgo en la investigación ha tenido y tiene un efecto negativo sobre la efectividad de los resultados, así como en la salud femenina. Así, las mujeres padecen más problemas cardiovasculares y trastornos autoinmunes que los hombres, aunque la mayoría de estudios sobre estas cuestiones se hayan realizado en varones. Algunos medicamentos como los psicofármacos tampoco funcionan de la misma manera en unos que en otros y, por lo tanto, no siempre tienen la misma efectividad.
Ahora, un equipo de investigadores estadounidenses acaba de demostrar que las mujeres tienen un rango más bajo de presión arterial ‘normal’ que los hombres. Algo que pone en entredicho la veracidad de las pautas establecidas, que establecen que las mujeres y los hombres tienen el mismo rango saludable de presión arterial. ”Nuestros últimos hallazgos sugieren que este enfoque único para considerar la presión arterial puede ser perjudicial para la salud de la mujer. Según los resultados de nuestra investigación, recomendamos que la comunidad médica reevalúe las pautas de presión arterial que no tengan en cuenta las diferencias de sexo”, han detallado los científicos.
Durante años, 120 mmHg se ha considerado el límite superior normal para la presión arterial sistólica en adultos. Las elevaciones persistentes por encima de este límite equivalen a hipertensión, factor de riesgo clave de enfermedades cardiovasculares comunes como, por ejemplo, infarto, insuficiencia cardiaca e ictus. En su análisis más reciente, los científicos examinaron las mediciones de la presión arterial realizadas en cuatro estudios de cohorte basados en la comunidad, que incluían a más de 27.000 participantes, el 54% de los cuales eran mujeres.
Al hacerlo identificaron que, aunque en el caso de los hombres el umbral de riesgo está en 120 mmHg, en el de las mujeres pasar de 110 mmHg ya sería “peligroso”. Los niveles de presión arterial sistólica que eran más altos que estos umbrales se asociaron con el riesgo de desarrollar cualquier tipo de enfermedad cardiovascular, incluidos ataques cardíacos, insuficiencia cardiaca y accidentes cerebrovasculares.// La Razón
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